jueves, 4 de agosto de 2016

Mensajería a primera vista



ERA la quinta vez que pasaba ante la misma ventana cuando vi a aquel hombre.
—Disculpe —le dije—, hace horas que estoy dando vueltas como un perro; ¿podría indicarme la salida?
Me miró fijamente y dijo:
—Es tarde, su autobús ya lo habrá abandonado.
—No lo creo —sonreí—, mi mujer jamás permitiría algo así.
El hombre auscultó el silencio.
—Le aseguro que estamos solos en el castillo.
—¡Qué buen oído! —exclamé sardónicamente—. Y dígame, ¿hace mucho qué trabaja aquí?
—Casi una eternidad.
—¡Con razón esa cara! —le dije mientras manipulaba mi celular—. ¡Uf! —bufé—, supongo que habrá teléfono fijo en esta covacha.
—¿Covacha? ¡Mida sus palabras, caballero!
Se veía que el tipo era sensible.
—Disculpe, ¿pero hay o no hay?
—Yo no preciso de esas cosas.
—¡Qué suerte la mía! Si tan sólo pudiera comunicarme con mi señora… Mire —extraje una foto—; ¿no le da envidia?
—Hombres afortunados ha habido en todas las épocas, pero jamás tan carentes de mérito alguno. —Hizo una pausa sin apartar la vista de la foto—. Si me facilita la dirección dónde se hospedan, podría hacerle saber de su percance.
—¿Sí? ¿Y cómo va a ir? ¿Volando? —le dije mientras le entregaba una tarjeta.
—Como señor de Poenari, ésa es la menor de mis cualidades —dijo inaugurando una sonrisa de inquietantes colmillos, y tras revolotear alrededor de mi cabeza, se perdió anhelante en la noche.
Safe Creative #1606288235340

La presente mini ha sido seleccionada por el escritor Aldo Flores como ganadora de la regata 201 —de junio próximo pasado de la Marina de Ficticia. Según su criterio:
El diálogo en el relato se emparenta con el tiempo real de la vida. La conversación, que el narrador personaje entabla con el nosferatu, invita a que el lector sea partícipe en la ficción, que se apropie de las palabras y de la gesticulación misma que ofrecen las acotaciones. “El autor” hace que la ficción manufacturada en diálogo se viva. “Mensajería a primera vista” es un relato preciso, certero y de notable calidad.

Foto © Jacqueline Hammer, Windows of the Forest
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3 comentarios:

Ángeles dijo...

Estos turistas, con sus móviles y su prepotencia secular, se creen que pueden invadir cualquier lugar del mundo -o del tiempo- sin consecuencias.
Qué ilusos.

Me gusta mucho la historia y el humor casi velado con que está narrada.

Felicidades.

Miguel Ángel Pegarz dijo...

El fenómeno paranormal lo veía venir, que fuese un vampiro ya me sorprendió más. Me inclinaba por un fantasma.
Salud.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Gracias, Ángeles. Un poquito de humor literario siempre viene bien, ¿no?

Sí, Miguel Ángel, creo que el vampiro tomó sus precauciones para no deschavarse hasta el final. Gracias.

Saludos funambulescos

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