lunes, 12 de octubre de 2009

Decálogo del perfecto cuentista


Escribir es un camino largo y sinuoso, donde la condición de aprendiz juega a ser Peter Pan.


Todo cuentista que se precie debe tener su decálogo. Los hay escritos con suma seriedad, irónicos, juguetones, etc.; todos, por igual, constituyen un intento vano: hacer transferible aquello que no puede serlo… No obstante, su lectura siempre arrima un poco de luz a quienes procuramos apiñar palabras con algo de sentido y estética en la sempiterna fe de algún día madurar.


***


Decálogo del perfecto cuentista


Horacio Quiroga


I

Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.


II

Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.


III

Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.


IV

Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.


V

No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.


VI

Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.


VII

No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.


VIII

Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.


IX

No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.


X

No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.


4 comentarios:

Palabras como nubes dijo...

Aunque "cada maestrito con su librito", me encantan los decálogos de los cuentitas, siempre, como decís, se puede sacar algo.
Gracias por recordarme el de Quiroga.

Abrazo
Jeve

Gabriel Bevilaqua dijo...

Hola Jeve, si bien no hay "fórmulas" los decálogos son más que interesantes; siempre nos aportan algo. La única precaución que hay que tener en cuenta es que no son axiomas.
Y claro, si hay un decálogo que ya es clásico, es éste de Quiroga.

Saludos

El viento a contramano dijo...

Qué lindas estás máximas, el punto diez es algo dificil de lograr, al menos en mi caso.

Quiroga es un escritor muy sencillo y efectivo, lo que he leido de él me ha gustado mucho.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Hola Viento y ¡bienvenido! al Elefante. Como le decía a Jeve si hay un decálago del cuentista ya clásico es éste. Lo que lo diferencia de otros más recientes, como el de Monterroso, es su "seriedad". Quiroga quiere darnos un poco de luz en este camino tan difuso.

Saludos.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...